domingo, 11 de agosto de 2013

Valle de México: Paradojas y retos heredados de una cuenca lacustre.


Podría parecer paradójico que una ciudad de origen lacustre presente desabasto de agua potable para su creciente población, y continúe buscando soluciones duraderas para evitar inundaciones. El Valle de México ha enfrentado inundaciones que cada vez son más frecuentes y severas. Sin embargo, hoy se vislumbra una solución a este problema: el rescate de su zona lacustre.


En la época prehispánica, la cuenca del valle de México era una región de casi 8 000 kilómetros cuadrados, que incluía las sierras de Tezontlalpan, Tepotzotlán y Pachuca, que la limitaban al norte; las del Ajusco y Chichinautzin, por el sur; la Sierra Nevada, con el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, eran su frontera oriente, y las sierras de las Cruces, Monte Alto y Monte Bajo, la limitaban al poniente. El sistema lacustre estaba formado por seis lagos: los de México, Chalco y Xochimilco, de agua dulce, y los de Xaltocan, Zumpango y Texcoco, de agua salada.

Con la caída de Tenochtitlán, los conquistadores establecieron una relación con la cuenca a partir de dos premisas: abastecer de agua a los colonos peninsulares e indígenas, y evitar que las inundaciones afectarán la capital de la Nueva España. En esos días, los efectos de las fuertes lluvias se debían a las distintas alturas de los lagos ; hasta mediados del siglo XVIII, por ejemplo, el de Zumpango estaba a más de seis metros por encima del nivel del de Texcoco; el de Xaltocan a 3.5 metros; la ciudad de México a casi dos, y los lagos de Xochimilco y Chalco a más de tres. Por estas diferencias, al crecer el lago de Zumpango por el caudal que recibía del río Cuautitlán, se desbordaba hacia el de Texcoco, y éste, a su vez, a la ciudad hizo que el gobierno virreinal reconstruyera el Albarradón de Nezahualcóyotl. Para 1607, el virrey Luis de Velasco aprobó la idea de Enrico Martínez, astrónomo alemán, de edificar una acequia y un socavón en Huehuetoca, actual Estado de México, para desalojar el excedente del lago de Zumpango hacia el río Tula. Por desgracia, numerosos derrumbes impidieron el flujo continuo de los caudales.

Ya en el México independiente, se hicieron estudios y obras para evitar las inundaciones. Sin embargo, las deudas contraídas por la guerra de Independencia, la inestabilidad política, algunos proyectos ineficaces, la intervención estadounidense, y luego la francesa, obstaculizaron las mejoras en el abasto de agua y el desagüe del lago de Texcoco. En 1857, el ingeniero Francisco de Garay presentó un plan para secar la cuenca: un canal abierto de 47.5 kilómetros de longitud, que arrancaría de San Lázaro, en la orilla occidental del lago de Texcoco, hasta el de Zumpango, para conectarse con un túnel que atravesara la Sierra de Tequixquiac, hoy territorio mexiquense, mediante una galería de 10 kilómetros de longitud y cuatro metros de diámetro, y desembocaría en el río Tula, en Hidalgo, hacia la vertiente del Golfo de México, por un tajo a cielo abierto de 2.5 kilómetros de longitud.

Finalmente, la Junta Directiva del Desagüe del valle de México, presidida por el mismo De Garay, apoyado por la compañía Read and Campbell, consiguió que en 1899 las aguas del lago de Texcoco pasaran por primera vez el túnel de Tequixquiac; se les limitó en cinco metros cúbicos por segundo, para evitar que los taludes se deterioraran y los colectores se azolvaran. Así se agregó una planta de bombeo para verter los excedentes del lago en el Gran Canal del Desagüe. Esta obra y el alcantarillado de la ciudad de México (1895) del ingeniero Roberto Gayol, beneficiaron a casi 417 000 personas que habitaban 1 700 hectáreas.


Recuperación del Lago de Texcoco.

Al desecarse, el lecho del lago se convirtió en un desierto salitroso, donde se descargaban las aguas negras de los ríos Churubusco y La Compañía. De enero a abril, los vientos del noroeste levantaban polvos contaminados y formaban nubes o tolvaneras, afectando la visibilidad del Aeropuerto Benito Juárez y el oriente de la ciudad, y causaban enfermedades oculares, respiratorias y gastrointestinales entre la gente.

En los años 60, el doctor Nabor Carrillo señaló que para resolver el problema era necesario rescatar esa extensión, por lo que se creó en 1971 una comisión intersecretarial para estudiar planes, y nació el Proyecto de Recuperación del lago de Texcoco con los objetivos de: a) mejorar el ambiente y la ecología regional; b) controlar y mantener el sistema hidrológico de la subcuenca suroriental del valle; c) bonificar los suelos y reusar los excedentes de aguas residuales y pluviales de la zona; d) mantener el área lacustre libre de población; e) construir un sistema de plantas de tratamiento para aguas residuales; f) rescatar, mediante drenaje y lavado, los suelos del lago, formar viveros, desarrollar actividades piscícolas y de avifauna, y g) reciclar desechos sólidos, fomentar actividades ecológicas y recibir cada año aves migratorias.

De igual manera, CONAGUA y FONATUR Constructora realizaron el diseño e investigación para el Parque Ecológico Lago de Texcoco, involucrando a 128 especialistas. Dicho espacio tiene el potencial de transformar la urbe, ya que constituye el más importante diseño de infraestructura verde en el valle de México, equivalente a 11% (14 500 hectáreas) de la zona construida de la ciudad.

Según el registro histórico del Sistema Meteorológico Nacional, los fenómenos hidrometeorológicos intensos (T3), que pueden propiciar una acumulación de 70 litros por metro cuadrado en 24 horas, han aumentado en los últimos años a consecuencia del cambio climático; mientras que en 1996 se registraron 375 fenómenos T3, en 2007 fueron 535. Éstos pueden provocar inundaciones de más de 50 centímetros, dejando casas bajo el agua y afectando a cientos de personas.


Desde su origen, la capital ha enfrentado retos para el manejo del agua. Su sustentabilidad dependerá de la capacidad de planeación y establecimiento de programas que contemplen, entre otras cosas, la adaptación al cambio climático, el desarrollo de nueva infraestructura y mejora de la eficiencia en la existente, así como la aplicación de nuevos modelos que aprovechen la lluvia y contemplen el uso consciente del recurso hídrico.

Entre los programas y acciones encaminados a la regeneración de la cuenca destacan:
  1. La construcción de lagos en una zona federal, para la regulación y tratamiento de aguas residuales y pluviales, como los Nabor Carrillo, en Texcoco, el de Regulación Horaria, en río Churubusco, la laguna de Xalapango y el lago Recreativo.
  2. La edificación de plantas de tratamiento de agua para la agricultura, industria y servicios municipales, con instalaciones de tratamiento de lodos activados, lagunas facultativas y plantas de tratamiento terciario.
  3. El encauzamiento y rectificación de los ríos de La Compañía y Churubusco, para evitar inundaciones en áreas de cultivo, en poblaciones cercanas al lago y la zona metropolitana.
  4. La pastización y forestación en el ex Lago de Texcoco y en las laderas de la zona oriental de la cuenca tributaria.

Fuentes: “Cultura del Agua: Hacia un uso eficiente del recurso vital”, en Nuestro país. Una realidad, en cuencavalledemexico.com; “Parque Ecológico Lago de Texcoco”, en parquetexcoco.com

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