martes, 16 de junio de 2020

Desertificación y sequía: las amenazas del paraíso.


El suelo es un elemento clave para el mantenimiento de la vida, además de ser el principal soporte de cualquier ecosistema. El concepto “tierra” abarca más que el de “suelo”. La evaluación de suelos se enfoca en los requerimientos específicos del suelo y manejo de tierras. La mayoría de las evaluaciones de suelos han sido implementadas para manejos de sistemas agrícolas y sistemas de cultivos.

La disponibilidad de nutrientes, la capacidad de retención de nutrientes, la facilidad de trabajarlo, la disponibilidad de oxígeno para las raíces, la toxicidad, la salinidad y las condiciones de enraizamiento, son las principales características del suelo que se consideran como indicadores de su salud.

La desertificación es otro término común utilizado para: a) la degradación de la tierra en zonas de tierras áridas y/o b) el cambio irreversible de la tierra a tal estado que ya no puede ser recuperado a su uso originario.

La degradación del suelo se define como un cambio en la salud del suelo resultando en una disminución de la capacidad del ecosistema para producir bienes o prestar servicios para sus beneficiarios.


La degradación de los suelos es ocasionada por actividades humanas de muy diversa índole. En México, las más importantes son los cambios en el uso del suelo asociadas a la agricultura mecanizada, el sobrepastoreo y el desarrollo urbano e industrial (SEMARNAT y CP, 2008).

En México, los estudios sobre la degradación de suelos datan de mediados del siglo pasado, pero debido a diferencias metodológicas, las estimaciones difieren significativamente entre sí y no son comparables.

En 2002 alrededor del 77.4% de la superficie nacional degradada estaba asociada con actividades agrícolas y pecuarias (38.7% cada una de ellas) y 16.4% a deforestación y remoción de la vegetación. El resto de la superficie degradada del país (alrededor de 5.3 millones de ha; 6.1% de la superficie degradada total) se debe a urbanización, sobreexplotación de la vegetación y actividades industriales.

En los primeros años de la década pasada, se publicó la Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la República Mexicana (SEMARNAT y UACh, 2008). En este estudio se determinó de manera indirecta la pérdida de suelo por erosión hídrica y eólica a partir de información cartográfica.


Los resultados de este trabajo muestran que 42% de la superficie nacional podría estar afectada por erosión hídrica, y que 17 entidades federativas presentarían daño en más de 50% de su territorio, entre ellas Guerrero (79.3%), Puebla (76.6%), Morelos (75.2%), Oaxaca (74.6%) y México (73.7%). También las regiones montañosas de las Sierras Madre Oriental, Occidental y del Sur, así como vastas regiones de Chiapas y las entidades del centro del país, tendrían riesgo de presentar alta y muy alta pérdida de suelo por erosión hídrica.

La escasez de presupuesto en materia ambiental, limita las capacidades de este sector para vigilar el cumplimiento de las normas y proyectos en favor de la conservación y uso sostenible de los ecosistemas. 

¿Qué está haciendo México?

México es parte de múltiples acuerdos e instrumentos internacionales que contribuyen al ODS 15.
  • El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de 1992, que buscan la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes.
  • La Convención de las Naciones Unidas para la lucha contra la Desertificación (CNULD) de 1992, que buscan promover una respuesta global al problema de la desertificación.

México ha llevado sus compromisos internacionales en acciones nacionales:
  • La Estrategia Nacional para la Reducción de Emisores por Deforestación y Degradación Forestal.
  • La Estrategia Nacional de Manejo Sustentable de Tierras y el Programa de Acción para Combatir la Desertificación en México.
  • Las Áreas Naturales Protegidas ANP son zonas de territorio nacional sujetas a regímenes especiales de protección conservación, restauración y desarrollo, brindando protección a más de 10% de su territorio terrestre.
La deforestación ha disminuido en los últimos años, sin embargo continúa siendo uno de las principales razones que generan la pérdida del capital natural en México, debido a la presencia de factores de deterioro, tales como el sobrepastoreo, los incendios forestales, la tala clandestina, la extracción de tierra de monta, la minería a cielo abierto, las plagas y enfermedades forestales, las prácticas de manejo forestal inadecuadas y los procesos de expansión de otros usos de suelo.


Fuentes:

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